El Jichi es un ser sobrenatural, mitológico y fabuloso, descrito por sus pocos relatores que han dado fe de esta singular criatura en los cercanías de los lagos de los bosques de Santa Cruz (Bolivia).
Al parecer uno de estos seres fue capturado en las cercanías del pueblo de Guarayos (Prov. de Santa Cruz) y llevado al zoológico municipal de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, puesto a su exibición para el público incrédulo.
El mismo Viceministerio de Culturas hace una descripción de este increíble ser:
El Jichi es una leyenda propia de los pueblos selvícolas
del oriente. Transmitida de forma oral, fue escrita por
los españoles quienes introdujeron variaciones
sin importancia.
Mitad saurio y mitad culebra, el Jichi es un animal legendario
de apariencia gomosa habituado al agua y muy difícil
de ver, pues sólo sale de noche. Pese a su fabulosa
apariencia no se dedica a espantar ni asolar los caseríos.
Todo lo contrario. Es el guardián de los manantiales
de agua potable y, por tanto, evita que sea desperdiciada;
a la vez protege la flora acuática y a los animales
del entorno. Cuando se marcha el agua merma, la pesca
disminuye, la caza huye y la vida se vuelve insostenible
Como varias de sus leyendas aquí una más extractada de Alma Errante
Cuenta la leyenda que un cazador se internó al bosque, junto con su fiel
compañero; un perro de cacería, mientras se adentraba mas en la selva,
el can comienza a inquietarse y dando alaridos comienza a correr en
sentido contrario perdiendose en el monte... de pronto el cazador ve un
hermoso ciervo, con el viento a favor se le acerca sigiloso, apunta y
cuando estaba a punto de disparar el ciervo se aleja un poco. El cazador
comienza a acecharlo pero cada vez que lo tenia en la mira el ciervo se
alejaba unos pasos.
El cazador se dejó llevar cada vez unos
pasos mas cerca de la hermosa presa. Sumergiendose como en un sueño
donde lo unico que importaba era conseguir ese trofeo, pasaron los
minutos, tal vez horas... pues comenzaba a perder la nocion del tiempo y
cada vez se sentia mas cerca a su presa y esta sensacion lo atrapaba y
envolvía como perdiendo su voluntad y fuerzas.
Cuando por fin
pudo salir de esta sensacion de adormecimiento y se desvaneció la
ilusion, el ciervo habia desaparecido y la selva tambien... el se
encontraba en medio de un lago, sin fuerzas ni arma y el sol comenzaba
ocultarse, fue entonces que entendió que el hermoso ciervo en realidad
era un jichi y la presa era el, sin dudarlo y con sus ultimas fuerzas
comenzó a nadar hacia la orilla lejana sin volcar a mirar atras, una vez
llegó a la playa siguió corriendo por la selva hasta quedar desmayado.
Al
día siguiente lo encontraron casi moribundo, su rostro parecia haber
envejecido varios años, su cuerpo demacrado y sus ropas harapientas.
Nadie le creyó su historia, pero algo si es cierto, que este cazador
nunca mas volvió a cargar un arma.
Poema al Maestro
Hace 10 años