El compartir un día al calor de la familia para aplacar un poco el frígido domingo, entre intermitentes vientos y salidas del sol, se apoderaron de mí. El estar al lado de mi progenitor y mi hermana hacen que los sentimientos olvidados vuelvan a reencontrarse nuevamente con mi espíritu aletargado.
Un viaje a la cansada localidad de Cotoca, a 16 Km. de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), a casi una hora desde su partida, enfilamos a esta población. Un lugar que hasta hace algunos meses atrás se disputaban la posición política de los gobernantes locales frente al sagrado santuario (para los fieles católicos) de la Virgen del nombre de este pueblo. Un lugar para relajarse brevemente al calor de los “anticuchos” (trozos de carne ensartadas en un palo de unos 30 cms.), jaleas (melaza de caña), y demás comidas y confites que deleitan el paladar. Esta zona atravesada de conflictos en un momento dado se torna un regocijo para encontrar la paz (principalmente espiritual) interior, así como la mía personal.
Al compartir con estas 2 personas familiares que en algún momento ciertos intereses probaron ser mucho más fuertes que el lazo familiar, hoy me doy cuenta que simplemente unas palabras fueron las causantes de un resquebrajamiento y otras palabras fueron las de unión. Todo podría resumirse en la tan famosa frase “falta de comunicación”. Pero resumiendo la travesía fueron unos horas muy agradables.
Luego de volver a casa, 'Home Sweet Home' (dice una canción del grupo argentino Los Pericos), tras una llamada telefónica a mi primo AA para saber si podía ver la finalísima de la Copa América en su casa, con gran sorpresa me dice que lo iba a mirar en “la casa del Abuelo”. Otra excelente oportunidad para juntarse con familia materna.
Para qué relatar la desastrosa caída del equipo rioplatense, Argentina, frente a su similar, Brasil, (3 a 0), para evitarme una úlcera, mejor resumo el ambiente agradable que se vivía dentro de 4 paredes, rodeado de tíos, primos, el abuelo y banquete de confites (nuevamente). Por lo general no soy tragón, pero en esa ocasión perdí la decencia y la humildad que me caracteriza (modestia aparte) por la torta de chocolate. Entre risas y chistes, batiéndose a duelo en una feroz lucha encarnizada de quién lanzaba el comentario más gracioso… típico de mi familia materna.
Mi abuelo (86) luego de sufrir una recaída en sus “últimos tiempos”, y hablo de recaída literal, ya que volvió a caerse golpeándose nuevamente la cadera. Esto lo ha postrado en cama, cayendo en un ser dependiente para todo (ahora). Sin embargo con una esperanza de felicidad escuchaba sus comentarios hilarantes, como es su característica, siempre bonachón, amable y por sobretodo humilde.
Mi abuelo es un gran héroe para la familia, y para mí especialmente, luego de haberse jubilado como Director Nacional de Educación (1972), como maestro normalista, ingresó a la Universidad a la carrera de Derecho, obteniendo al cabo de sus 5 años un promedio de 81 puntos. Hace 3 años le otorgaron un reconocimiento del Colegio de Abogados de Santa Cruz (Bolivia) por sus 25 años de servicios prestados a las ciencias jurídicas. Al margen de los títulos académicos, él una persona desprendida y que nada afecta su ego, siempre hubo un defecto que lo continúa arrastrando…mujeriego a muerte… hasta hace unos 5 años atrás estuve por casarse por enésima vez, pero a último momento declinó. Seguramente ni él sabe cuántas cortejas (novias) ha tendido hasta la fecha. Seguramente no recordará ni siquiera cuántas en los últimos 10 años.
Siempre con un espíritu caritativo, desde acá le envió un ¡Fuerza Abuelo, todavía lo necesitamos!!!
Así acabo mi día, de 2 caras, la felicidad contrapuesta con los sucesos que llevan a la infelicidad.
Un viaje a la cansada localidad de Cotoca, a 16 Km. de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), a casi una hora desde su partida, enfilamos a esta población. Un lugar que hasta hace algunos meses atrás se disputaban la posición política de los gobernantes locales frente al sagrado santuario (para los fieles católicos) de la Virgen del nombre de este pueblo. Un lugar para relajarse brevemente al calor de los “anticuchos” (trozos de carne ensartadas en un palo de unos 30 cms.), jaleas (melaza de caña), y demás comidas y confites que deleitan el paladar. Esta zona atravesada de conflictos en un momento dado se torna un regocijo para encontrar la paz (principalmente espiritual) interior, así como la mía personal.
Al compartir con estas 2 personas familiares que en algún momento ciertos intereses probaron ser mucho más fuertes que el lazo familiar, hoy me doy cuenta que simplemente unas palabras fueron las causantes de un resquebrajamiento y otras palabras fueron las de unión. Todo podría resumirse en la tan famosa frase “falta de comunicación”. Pero resumiendo la travesía fueron unos horas muy agradables.
Luego de volver a casa, 'Home Sweet Home' (dice una canción del grupo argentino Los Pericos), tras una llamada telefónica a mi primo AA para saber si podía ver la finalísima de la Copa América en su casa, con gran sorpresa me dice que lo iba a mirar en “la casa del Abuelo”. Otra excelente oportunidad para juntarse con familia materna.
Para qué relatar la desastrosa caída del equipo rioplatense, Argentina, frente a su similar, Brasil, (3 a 0), para evitarme una úlcera, mejor resumo el ambiente agradable que se vivía dentro de 4 paredes, rodeado de tíos, primos, el abuelo y banquete de confites (nuevamente). Por lo general no soy tragón, pero en esa ocasión perdí la decencia y la humildad que me caracteriza (modestia aparte) por la torta de chocolate. Entre risas y chistes, batiéndose a duelo en una feroz lucha encarnizada de quién lanzaba el comentario más gracioso… típico de mi familia materna.
Mi abuelo (86) luego de sufrir una recaída en sus “últimos tiempos”, y hablo de recaída literal, ya que volvió a caerse golpeándose nuevamente la cadera. Esto lo ha postrado en cama, cayendo en un ser dependiente para todo (ahora). Sin embargo con una esperanza de felicidad escuchaba sus comentarios hilarantes, como es su característica, siempre bonachón, amable y por sobretodo humilde.
Mi abuelo es un gran héroe para la familia, y para mí especialmente, luego de haberse jubilado como Director Nacional de Educación (1972), como maestro normalista, ingresó a la Universidad a la carrera de Derecho, obteniendo al cabo de sus 5 años un promedio de 81 puntos. Hace 3 años le otorgaron un reconocimiento del Colegio de Abogados de Santa Cruz (Bolivia) por sus 25 años de servicios prestados a las ciencias jurídicas. Al margen de los títulos académicos, él una persona desprendida y que nada afecta su ego, siempre hubo un defecto que lo continúa arrastrando…mujeriego a muerte… hasta hace unos 5 años atrás estuve por casarse por enésima vez, pero a último momento declinó. Seguramente ni él sabe cuántas cortejas (novias) ha tendido hasta la fecha. Seguramente no recordará ni siquiera cuántas en los últimos 10 años.
Siempre con un espíritu caritativo, desde acá le envió un ¡Fuerza Abuelo, todavía lo necesitamos!!!
Así acabo mi día, de 2 caras, la felicidad contrapuesta con los sucesos que llevan a la infelicidad.
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