lunes, 28 de febrero de 2011

La Glorieta


En una tertulia de personas que ya entrerano a la 3a etapa d su vida, comentaban sobre "La Glorieta", un conocido y añejo restaurante ubicado sobre la Calle Murillo, en imediaciones del Mercado Los Pozos en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).

El nombre tomado de un conocido y legendario castillo de príncipes y princesas en la capital boliviana (Sucre), y un lugar estratégico en las típicas reuniones de los adultos de la Santa Cruz de antaño.

Pasaba por la zona y decidí entrar a saborear los entremeces que ofertaba el menú. Sin embargo, más la sorpresa, fue por la falta de asombro que asaltó mi ser. Una desolada casona. Variadas mesas y sillas. Un gran mostrador cuya espalda, como acostumbra, repleta de botellas de bebidas refrescantes y licores. A un lado, en una habitación un hombre leyendo el periódico con una botella de cerveza, la que era cambiada por la moza que hacía las veces de mesera, tras escuchar las palmadas del ensimismado hombre.

Al contrario de estar aguardando un majestuoso restaurante colonial, haciendo la idea de que en eus techos penden lámparas reales o en sus paredes reposan imágenes enmarcadas de años betustos de reyes y condezas. Espejos que tratan de disimular las descoloridas paredes del lugar y chirrientas ventiladores que se balancean tratando de generar una ráfaga de aire fresco en sus habitaciones.Tan sólo un recuerdo quedarán de las personas más avejentadas que tuvieron la dicha de haberse sentado en sus rústicas sillas para deleitarse algún buen plato a la carta en compañía de los amigos.

Casualmente, ayer escuchaba la contraparte del "Castillo de la Glorieta", de historias fantasmales y/o supersticiones en aquél viejo castillo de la Capital, narrado por una compañera, JC (29).




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